Como cada año estoy yendo a pedir la bendición del cura para partir en procesión a buscar a la Virgencita del Abra de Punta Corral, y traerla con nosotros, para que no pase el duelo allá solita, en el cerro, tan solita sin su Hijo.
Desde
los altos del pueblo puedo ver lo mismo de cada año en estos días… ¡Tanto
gentío merodeando la iglesia! Unos, por fieles, otros, por curiosos. Pero hoy
estás vos…
Ahí
estás, encaminándote hacia donde vamos todos. ¡Claro que te reconozco! Supe
verte por acá otras veces, solitario, andando las siestas. No me sorprende que
hayas vuelto a Tilcara justo ahora en Semana Santa. Esto es pura fe.
Desde
aquí puedo seguir tu imagen como en un mapa. Estamos un poco alejados, pero ya
falta poco para que sientas mi presencia. Será cuando puedas escucharme. Será
cuando unas tu procesión a la mía. Noto cómo elegís la calle evitando
empeñosamente las veredas como si te aprisionaran. Por fin sentís bajo tus pies
la Tierra , sin
tiempo, sin límites, y empezás a creer que el destino es bueno. Yo sé que es
así.
Ahí
vas, como si algo se te hubiera perdido, buscándolo tan solo. Yo a veces ando
sola, pero no hoy. Ahora soy una más en la banda de sikuris, somos tantos que
no cabemos en las vereditas angostas y desbordamos las calles, sin
impertinencia pero con orgullo. Hoy comparto un sueño con mis hermanos y juntos
somos música, ilusión, voluntad y fe.
Lo
tuyo es distinto. La ciudad volvió a empujarte hasta mi pueblo. Abrazado por
los cerros estás a resguardo, y no te urge buscar un cielo indispensable porque
acá te envuelve, constante y luminoso. Ahí vas, solo pero confiado, por estos
caminos que pueden elevarte.
Yo me
acerco al pueblo con entusiasmo; ya pronto vamos a anunciar nuestra llegada
como se acostumbra con repetidas bombas de
estruendo. Hacemos sonar las cañas, los redoblantes, y los platillos, venciendo
las cuestas y los silencios. Miles de sikus harán ascender melodías hacia Tata
Inti en complicidad con la Virgen.

Mientras
me acerco, prevengo a mis sentidos más curiosos, porque hoy deberán dejar atrás
la plaza principal, olvidar el murmullo de los artesanos, sortear el arco iris
de los aguayos y dejar para otra ocasión el sabor de los dulces amigables. Me
propongo no afligirme, y evitaré mirar de soslayo a los gringos inquietos por
coleccionar mi mundo en una foto. ¡Anhelo con tanta fuerza la bendición que
ellos no saben atesorar!
Ah, ya
vuelvo a verte… Tu andar... casi
errante, infatigable peregrino. Estamos más cerca. Ahí vas, detrás de alguna
brizna o una chispa que se te perdió algún día. Ahí vas, buscándola, convencido
de que el viento hasta acá la trajo y al instante la ocultó. Con este sol que
aquí te ampara, conjeturás que el hallazgo va a suceder. Y así será. Y será
pronto.
Yo
peregrino, pero no busco. Porque la fe no se pierde cuando se nació con ella.
Yo pido, prometo y espero. Es posible que sepas por boca de otros algo de la fe
nuestra... O acaso hayas leído sobre una extraña travesía de promesantes
musiqueros subiendo cuestas, juntos, de a miles, para bajar en andas a la
Mamita del cerro, Virgencita nuestra. Y así será. Cargaremos satisfechos su
imagen milagrosa. Así vamos por calles y cerro en este día, urdiendo melodías y
forjando voluntades.
Pero
hoy aquí estás vos. Ahora mismo, desoyendo tus pisadas y escuchando mi
presencia. Toda quietud acaba por diluirse en esta música alegre y devota que
no pide permiso y se desliza presagiando a gritos buenos augurios. Ahora
concebís mi realidad como un cuento, incomprensible y pintoresco, que te ofrece
una oportunidad. Sin dudarlo asumís tu parte, un lugar, un tiempo…
Es
Semana Santa, estás en Tilcara y está anocheciendo. Sikus y redoblantes son
voces que te llaman. Crece el sonido, y tu deseo de estar cerca de mí, crece,
se agiganta.
Armonías
que creías extraviadas te convocan cuando mi aliento acaricia las cañas. Tu
oído se agudiza para encontrarme. Apurás los pasos. Calle arriba, calle abajo.
Aventajada cada esquina, vas hacia otra, y una más. Una ansiedad desconocida
puede alcanzarte. Y perderte. Corrés. Volvés sobre tus pisadas. Las calles
zigzaguean. Ya estamos más cerca, un poco lejos, muy cerca… Ya, la iglesia. Ya,
la bendición. Por fin la procesión va a iniciarse y nos encontraremos.

Te
prometo que entonces encontrarás tu fe.
Aún está en mi mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario